CAPITULO 3
LA PRIMERA SEMANA
La primera semana había empezado de una forma un tanto caótica, pero poco a poco se fue estabilizando. Ya era martes y no había que trabajar así que fue un día de descanso total. Estábamos agotados y estuvimos casi todo el día durmiendo. Salimos solamente a comprar unas toallas y algo para comer, galletas y poco más, y después fuimos con uno de los estudiantes de español a cenar en un restaurante tipo barucho que por aquí hay muchos. La comida es especialmente deliciosa, lo que no paso son los noodles y el tofu que sabe a demonios. Lo demás está todo muy bueno y si es picante mucho mejor.
Al día siguiente teníamos una reunión con la jefa del departamento de
lenguas extranjeras. La reunión era en el Campus Sur, a una cuarenta y cinco
minutos en guagua del campus donde residimos. La reunión consistía en
explicarnos, a medias como con todo, en que lo que debíamos hace en las clases. En mostrarnos dos horarios y
decirnos que eligiéramos uno de ellos. Yo elegí el que empezaba más tarde, pero
que también termina más tarde. Tras la reunión nos fuimos enterando un poco más
de en qué consistía la cosa, era mucho más fácil de lo que yo pensaba, la cosa
es que los alumnos usen el inglés hablado y desarrollen la capacidad auditiva.
A ver como me las arreglo porque a mí no me gusta hablar, ja, ja, ja!
Llegó el fin de semana y decidimos investigar la ciudad y explorar sus
calles, mercados y parques. Los mercados son alucinantes, eso sí, con unas
medidas higiénicas que dejar mucho que desear, si es que existen claro. En lo
que respecta a los parques son inmensos, la gente va a relajarse. Te encuentras
a gente tocando música tradicional y a otros cantándola. También puedes
encontrar a personas mayores bailando en medio del parque como si fuese un
baile de Taifa. Otras personas se dedican a pasear, practicar Taichí; las
madres llevan a los niños, que por cierto, los más pequeñajos llevan los
pantalones abiertos por detrás para ponerlos a hacer sus necesidades en
cualquier rincón como si fuesen perritos.
Además nos arriesgamos a ir a un restaurante de los que tienen pinta de antro y pedir la comida tan sólo leyendo la carta que estaba escrita en símbolos. Estaba deliciosa. Un buen fin de semana. Caminamos mucho y vimos mucho y mucha gente. La gente es muy graciosa, se te queda mirando como si estuviesen viendo a un extraterrestre, te sacan fotos, videos e incluso te llegan a pedir que poses para la foto. No es extraño que te miren de esa forma pues para muchos de ellos es la primera vez que ven a un occidental y si encima está moreno como lo estamos nosotros… Los niños pequeños son los más graciosos pues se quedan pensando en que hay algo raro en nuestras caras y te miran con la boca abierta. Pero todo hay que decirlo son muy amables a no ser que estén conduciendo que son…
El tráfico es lo peor que llevamos. Esta gente confunde los colores, no respeta las señales, no respetan a la autoridad y si no te quitas te llevan por delante. He estado a punto de ser atropellado por una guagua que no respetó que la señal del peatón estaba en verde, pero claro aquí el peatón no vale ni medio yuan, es decir, ni medio céntimo de euro. Las bicicletas y motocicletas son una marea, pero tengo que decir algo a favor de las motocicletas y es que el 99% de ellas son eléctricas. Si la contaminación ya es bestial, no me la imagino si todas estas motocicletas fuesen impulsadas por combustibles fósiles. Sería morir en dos días.
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